Nos obligamos a deslumbrar al otro, queriendo ofrecer ante los demás una imagen sin defectos, sin miedos o sin dudas.

Trabajar en nuestro crecimiento es también renunciar a nuestro ego en busca de una mayor autenticidad, que en realidad se compone de nuestras riquezas y de nuestros desaciertos, acercándonos más al ser humano que somos.

Cuando dejé perder a mi ego gané todo lo demás. Pincha sobre la foto para acceder al artículo de La Mente es Maravillosa.

Raquel6

 

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