La exigencia por la perfección, el confundir lo que hacemos con lo que somos, no hace más que reducir nuestra capacidad, minar nuestra autoestima y llegar a pensar que dentro no hay nada.
Silenciar la voz interior es gran parte del trabajo que proponemos para dar paso a nuestro talento creativo. Abrir la puerta para que aparezca nuestro ser esencial. ¿Pintamos?