TE CAMBIO UN “POR QUÉ” POR UN “CÓMO” Y UN “PARA QUÉ”.
No hay nada más terriblemente redondo que los pensamientos circulares. En ellos nos quedamos enganchad@s intentando buscar la salida a un laberinto diseñado por nosotros mismos, llegando una y otra vez al mismo punto de partida y habiendo gastado mucha energía. Si este fenómeno tuviera un guión, este sería un guión corto, repetitivo y con forma de pregunta ¿porqué?
¿Por qué me ha ocurrido esto? ?Por qué a mí? ¿Por qué en este momento? ¿Por qué hice aquello y no lo otro? ¿Por qué?…
Al preguntarnos “por qué” lo único que conseguimos es alguna explicación racional, una teorización que está muy lejos del consuelo que buscamos, de la solución a nuestra gran duda. También nos aleja del aquí y ahora, y nos introduce en el mundo de la fantasía.
Nos convertimos en investigadores eternos sin éxito, nos perdemos en el laberinto de las palabras alejándonos de lo obvio y evitando el presente. Divagamos sin llegar a ningún lugar dificultando así ir a lo concreto.
Según Perls, el padre de la Gestalt, esto sería un tipo de “Acercadeísmo” un mal uso del intelecto para evitar la vivencia o la toma de conciencia. A estas producciones verborreicas él las llamaba bullshit (caca de toro).
En definitivas excusas, evitaciones o trampas que nos ponemos para no contactar con la experiencia real para no conectar con nuestro vacío. A veces, ciertas preguntas no tienen respuestas, por ejemplo, ante una pérdida, o una enfermedad, es estéril preguntarse por qué.
Al preguntarnos “por qué” lo único que conseguimos es alguna explicación racional, una teorización
La sencilla técnica contra esto es dejar de hacer cualquier otra cosa que no sea vivenciar, y así llegar a la experiencia de la nada.Y acompañando esta labor nada peregrina, nos puede servir de ayuda para evitar esos bucles laberínticos, cambiar el redundante “por qué” por un “cómo” o un “para qué”.
Nos daremos cuenta de que:
El “cómo”, tomar conciencia sobre cómo lo hacemos, nos da mayor perspectiva y orientación y nos lleva a un entendimiento más profundo, nos lleva a ver lo que ocurre, lo obvio.
El “para qué”, nos muestra qué quiero conseguir, para qué me sirve lo que estoy haciendo. Las situación a la que llegamos, las acciones que hacemos, son y están porque nos sirven para algo, algún beneficio obtenemos de ello. El “para qué” es directo y te lleva a confrontarte contigo mismo, no hay vueltas ni giros, va en linea recta hacía el núcleo de la cuestión, hacia tu estrategia menos consciente.
Proponemos aventurarse en otras selvas y probar a no esconderse, sino encontrarse, a ver a qué lugar de nosotros mismos nos lleva el “cómo” y el “para qué”.