A estas alturas ya parece evidente que nuestro sistema educativo debe ser transformado. En él se enseñan asignaturas y disciplinas, pero apenas se educa y en muchos casos se maleduca. E incluso a veces se desarrollan neurosis en los niños que arrastrarán el resto de sus vidas.

La época de crecimiento de cualquier individuo es la más importante de su vida. En ella tienen que estar las Matemáticas, la Historia y la Geografía…, sí, pero también deben estar presentes la identidad, el protagonismo de cada alumno, las emociones, la corporalidad, las relaciones consigo mismos y con los demás, el trabajo en equipo, los valores, la creatividad, la interdisciplinaridad y los propios ritmos.

Niño-agobiadoEl sistema del castigo y las notas, el de la competitividad, produce individuos preparados para superarse, para aguantar, pero no favorecen la autoestima, el autoapoyo o la atención hacia aquéllos que no destacan. Tener hoy en día como modelo a Bill Gates o a Cristiano Ronaldo tiene un lado bueno y uno malo. El bueno, acorde con nuestro sistema educativo, que son ejemplo de esfuerzo y superación. El malo, que solo unos pocos llegan tan lejos y el resto no lo hace, apareciendo la frustración y la exigencia, en lugar de la aceptación y el esfuerzo sano.

Los niños deberían acudir a la escuela para aprender a conocerse y, además, aprender matemáticas; a aprender a gestionar sus emociones y, además, a aprender inglés; a aprender a convivir y a colaborar y, además, a aprender geografía; a aprender por curiosidad y desarrollar su creatividad y, además,  a aprender física; y sobre todo, a aprender a conectarse con su maestro interior, a confiar en ellos mismos, para que todos los profesores y autoridades que se encuentren en sus vidas sean solamente sus guías y no maestros a los que seguir y que sustituyan el propio juicio de cada uno. Así, nuestra sociedad dejará de ser tan aborregada, se valorará más el cuestionamiento, la pregunta y la propia identidad y dejaremos de buscar respuestas y salvadores fuera de nosotros mismos, ante la falta de conocimiento de quiénes somos, de cómo funcionamos y de la ausencia de autoestima y autoapoyo.

Hace falta un cambio educativo ya para aprender a ser personas.

Eduardo Sanz Márquez. PERFIL PROFESIONAL

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