Si lo que te interesa es cuidar las relaciones, has de tener en cuenta algunos principios en tu forma de expresión. Sobre todo cuando lo que pretendes es pedir que otra persona haga algo. En función de cómo te expreses, del lenguaje que utilices, puedes generar en tu interlocutor una reacción defensiva o, al contrario, puedes lograr su atención y la escucha de tus propuestas.

Es por eso que hablamos de Palabras Prohibidas, palabras y expresiones a evitar si quieres hacerte escuchar, si pretendes, de verdad, establecer un vínculo con tu interlocutor, tender puentes con él y construir. Aquí te proponemos un listado de palabras y expresiones a evitar:

dialogoLas generalizaciones. Siempre, Nunca, Todo, Nada. Son las palabras que definimos como ‘totalitarismos‘. Se trata de palabras que impiden el diálogo. Lo cierto es que, aunque estemos seguros de que tenemos la verdad absoluta, en realidad se trata de afirmaciones que no están del todo fundamentadas. Son nuestra opinión, nuestra observación a través de nuestras propias gafas. Alejan a los demás de nosotros porque los frustran, desaniman y desmotivan en las ganas de mejorar.

Todos piensan. Es la expresión que da forma a lo que llamamos ‘el complot’. La opinión de varios no significa que esa opinión se convierta en verdad. Y lo más probable es que esa expresión sea recibida por nuestro interlocutor más como un golpe bajo que como un argumento de peso.

Tú Eres. Si lo que perseguimos es un cambio, no debemos pretender que cambie la persona, sino sus actos. Es necesario legitimar el ser, porque realmente el ser está completo. Además, debemos ser conscientes de que todos necesitamos sentirnos aceptados. Por esto es mejor hacer referencia al ‘hacer’ como objetivo de cambio y al sentimiento que ese ‘hacer’ ha provocado en nosotros. “Eres perfecto …aunque lo que has hecho no me ha gustado”.

Por alguna razón, tendemos a simplificar cuando hablamos con otros. Y eso nos conduce a convertir nuestros juicios en verdades absolutas, sin darnos cuenta que estas generalizaciones provocan en la relación el efecto contrario: nos alejan del otro y debilitan los vínculos que hemos construido.

Evitar estas palabras y expresiones que queremos prohibir está en nosotros y en la voluntad que pongamos hasta conseguirlo. Dejar de pronunciarlas nos ayudará en el diálogo con otros. Y, para conseguirlo, no hay nada mejor que ponerse a ello, hacer de esa práctica un hábito.
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