Para meditar no hace falta entrar en un grupo, pagar una mensualidad, vestir un traje especial, sentarse en una posición extraña o creer en algo en particular. Es un ejercicio simple, secular y científicamente validado para nuestro cerebro.

Cuando comenzamos a meditar nuestra mente se vuelve loca. Empezamos a pensar y pensar, nuestro cerebro se vuelve loco y eso está bien. Todo el juego es darse cuenta cuando nos perdemos y volver a comenzar. Y luego comenzar de nuevo, y otra vez, y otra vez.

Por eso, desde NTMM impulsamos a las empresas con una formación destinada a la “meditación y la presencia” para desidentificarnos del torrente continuo de pensamientos, emociones, deseos, fantasías, etc. y a centrarnos en el momento presente,  momento en el cual contamos con una paz en muchos casos desconocida, y desde ahí todo es posible, en el trabajo y fuera de él.

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