¿Soy feliz? ¿Estoy haciendo lo que realmente quiero? ¿Tengo el trabajo que soñaba? ¿Sé cómo hacer frente a las dificultades de mi vida? ¿Por qué no me funciona la vida en pareja? ¿Qué fue de mis sueños?.

conocersAcaba el verano, las vacaciones, una época en la que todos hemos buscado viajes para evadirnos de la cotidianeidad. El verano es una época ideal para la reflexión, el balance del año en curso y la fijación de nuevos propósitos. Es como un anticipo al año nuevo y a soñar con una vida más feliz.

Es precisamente a raíz de esas reflexiones que podemos iniciar el viaje a otro destino, un destino de excepción: nosotros mismos.

Todos sentimos en algún momento un vacío interior y lo tratamos de llenar de diversas formas, bien con relaciones personales, trabajando en exceso, comprando, fumando, comiendo…. en fin, cada cual a su manera.  Pero esto no termina de darnos satisfacción.

Cada día son más las personas que se plantean viajar hacia dentro y, con ello, ir en busca de su realización personal. Para ello inician un proceso de auto-conocimiento y desarrollo personal. ¿Qué nos puede aportar ese proceso? ¿Qué tengo que hacer para empezar? ¿Para qué me sirve?

Hay multitud de caminos para emprender el viaje hacia dentro, partiendo de prácticas como el  mindfullness, la meditación, el yoga o propuestas más artísticas como el arte-terapia o la dramatización, a procesos individuales o grupales de terapia, coaching o talleres formativos. Cada cual puede elegir la suya en función de su intuición y de su apetencia.

Lo que todas ellas tienen en común es que vamos a lograr contactar con nosotros mismos, con nuestra esencia, desconectando poco a poco ese piloto automático al que estamos enchufados. Y es que, al estar en esa marcha de actividad sin conciencia, en nuestra rutina diaria que llamamos ‘piloto automático’, no nos paramos a darnos cuenta de aquello que nos hace sufrir. Dar ese paso, empezar a descubrir nuestra esencia, nos saca de nuestra zona de confort, de lo conocido. Y eso es algo que nos asusta. Tememos enfrentarnos a algo que quizás sea doloroso y preferimos permanecer en el sufrimiento.

Nuestro carácter sería como una máscara que usamos para relacionarnos y debajo está nuestro verdadero ser. En la máscara ponemos todo lo que consideramos que se “debe hacer o decir” para adaptarnos al entorno. Y en ese “ser” se encuentra nuestro talento, nuestra vocación, nuestro potencial… pero no lo vemos.

Al conocernos más estamos más en conexión con lo que realmente somos y vemos muchas más opciones para cambiar cosas en nuestra vida, sin tanto coste. Somos capaces de elegir nuestras actitudes ante las cosas y nos relacionamos con más armonía. Es algo así como sentirnos más libres y con menos cargas.

Y eso, la libertad y desprendernos de cargas, nos aportará felicidad. Por tanto, podríamos decir que seremos más felices, porque es una forma de vivir sin tantos condicionamientos.

Si nos atrevemos a dar el paso, los beneficios están servidos.

Laura Raya

Share This