Nos pasamos la vida haciendo cosas, los días pasan rápido y a veces sentimos que son demasiado cortos. Suena el despertador y ponemos el piloto automático para realizar innumerables rutinas a contrarreloj.

Nuestra propuesta es parar, regalarnos un tiempo para desactivar ese automático ¿Qué tal si le damos un respiro al cuerpo y mantenemos la atención o consciencia plena para observarnos, vernos y darnos cuenta? Cuando paramos y aflojamos las tensiones corporales estamos ofreciendo menos resistencia a la auto-observación. El cuerpo es un indicativo, un guía de lo que nos está pasando y solo lo atendemos cuando suena la alerta máxima que es la enfermedad.

En este espacio de tiempo, en esta pausa que sería sano buscar una vez al día, puedo darle voz a todas las partes de mi todo, mente, cuerpo y emoción, y hacer un recorrido para testarme y ejercer el auto-cuidado. Observo y me doy cuenta en este recorrido por mi cuerpo de las tensiones acumuladas, los dolores…, incluso puedo llegar a percibir otras partes más mudas, ésas que no siento y permanecen como olvidadas.

Sintiendo mi cuerpo, respirando, dándole un espacio para expresarse, estoy más conectada con él y me estoy cuidando. Una vez que el cuerpo está en este estado ofrece menos resistencia, entonces puedo dar un pasito más y atender mis emociones. Puedo preguntarme cuál es mi emoción presente aquí y ahora, puedo escucharme y darme permiso para sentir y expresar esa emoción, nombrarla, darle una salida….

Si buscamos, encontraremos originales vías para llegar a nosotros y poder practicar el auto-cuidado. Cada uno de nosotros es un universo único. Sé creativo y encuentra la tuya.

El camino… es hacia dentro.