Ante los desafíos o ante las dificultades tendemos a mirar fuera de nosotros. Deseamos que algo cambie, necesitamos que nos venga una racha de suerte, que la otra persona se dé cuenta de su equivocación, que asuma su responsabilidad… y así sucesivamente. En todos estos casos,  sitúo  la solución fuera de mi. En estas circunstancias mi preocupación aumenta, pues no sé lo que puede suceder.

Cuando alguien toma conciencia de la necesidad de iniciar un proceso con ayuda de un coach, o bien de un terapeuta, muchas veces viene precedido, como menciona Victor Frankl en esta cita, de una situación a la que no sabemos hacer frente. Sentimos que no tenemos los recursos para poder abordarla. Y es precisamente en este contexto donde empieza la magia. Darse cuenta de que no necesitamos que las situaciones cambien, sino la manera en la que nos posicionamos ante ellas. Ahí radica la clave del crecimiento personal: Tomar conciencia de nuestra particular forma de pensar, sentir y actuar. Comprender el sentido y elegir aquello que queramos modificar o perpetuar.

De este modo seremos más libres y no dependeremos tanto de las circunstancias, sino de la manera en la que elegimos vivir nuestra vida.

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